domingo, diciembre 23, 2007

El Culpable es el Vanidoso

Me encontré hoy con el siguiente post en el blog de mi querido amigo Ricardo, proponiendo un problema que yo replico para todos ustedes.

Reinado de belleza

Lucas De Zubiría, periodista inteligente, está en el reinado de belleza de Cartagena desde hace un par de semanas. Lo odia. Lo odia a muerte. Se siente un viejo verde con un hijo adolescente y una esposa que no ha descubierto aún sus infidelidades. Y, para no aburrirse, para no cansarse con esas niñas de 18 años que se hacen las vírgenes y las naturales, ha decidido pedirles que respondan quién es el asesino en el siguiente caso:

1) Una ESPOSA se consigue un AMANTE porque su ESPOSO se ha dedicado a trabajar todo el día desde hace mucho tiempo.

2) La ESPOSA se ve todos los días con su AMANTE. Pero, para llegar a la casa en la que se encuentran, debe pagarle una buena suma de dinero a un BARQUERO que se encarga de llevar a la gente de un lado del río al otro.

3) Un buen día a la ESPOSA se le acaba el dinero. Va a ver a su AMANTE. Pero el BARQUERO le dice que si no le pasa no la lleva al otro lado.

4) La ESPOSA decide, entonces, tomar el larguísimo camino del bosque. No lo tomaba por lo largo, claro, pero también porque todo el mundo sabe que allí hay un LOCO que asesina a la gente que se encuentra por el camino.

5) La ESPOSA entra al bosque. Se encuentra con el LOCO. La mata.

¿Quién tiene la culpa de su muerte? ¿El LOCO, el BARQUERO, el AMANTE, el ESPOSO, la ESPOSA? ¿En qué orden tiene la culpa de mayor a menor?

Que cada quién diga su orden. Una pista: las reinas han dicho que la culpa es del loco.


Como es de mi interés conocer su respuesta tanto como exponerles la que yo humildemente he pensado, aquí un par de fotos de estos días antes de mi respuesta, para que se tomen el tiempo de contestar.

Foto otoñal corrida

Con un amigo (la flecha indica cual soy yo)

Ahora mi respuesta:

Ante un problema humano, que reviste de tanta complejidad, es necesario hacer un análisis comedido antes de aventurarse a dar un remedo de dictamen.

Lo primero es el asunto de la culpa. En su busqueda el objetivo es establecer un grado de responsabilidad respecto a los hechos. Sin embargo , una situación de daño puede variar si este es deliberado, sin intención o producto de negligencia. De alguna manera todos y cada uno de los personajes encajan en una o varias de estas categorías y con esa base podemos ya acercarnos a nuestro examen.

Si seguimos la tradición occidental, los loco carecen de alma, de dominio del si, como bien muestra Michel Foucault en su "Historia de la locura en la edad clásica". Debido a esta concepción, aunque el LOCO haya ejecutado el acto del asesinato no puede ser responsabilizado de nada. El lector desprevenido estaría tentado a hurgar en la locura del personaje, pero dados los datos no tenemos otra opción más que relacionar al LOCO con otro de los personajes para dar una respuesta.

Las parejas LOCO-AMANTE y LOCO-ESPOSO comparten una concepción moralista de justicia-venganza o crimen-castigo. No son excluyentes - lo que da para que los más adelantados teman una conspiración AMANTE-LOCO-ESPOSO - pero comparten un sentido de merecimiento que de cierta manera los expía, o por lo menos los inscribe en la categoría de los 'inintencionados', mientras señalan a la ESPOSA.

Dicha pareja, ESPOSA-LOCO, propone una inmersión psicológica en el comportamiento de la occisa, pasa del tedio a la lujuria, y finalmente al desespero, con lo que se podría concluir que de cierta manera se trató de un suicidio. Un poeta barato podría decir que 'en los bosques de nuestra mente siempre hay un LOCO que amenaza con matarnos'. El problema con este supuesto es que, aunque la categoría de ESPOSA le asigna cierto uso de razón, el desenlace nos lleva a suponer lo contrario, arrastrando en ello al ESPOSO y al AMANTE por negligencia. No obstante, esta complicación no tiene fundamento en nuestro problema, con lo que se ata por deliberación a la pareja ESPOSA-LOCO y asciende ligeramente en la psuedo escala de culpabilidad por la que pregunta el enunciado.

Para este momento ya habrá notado el lector que una pareja parece inexistente, o por lo menos inviable, BARQUERO-LOCO, asunto que requiere nuestra más afilada consideración. Hannah Arendt, cuando habla de la banalidad del mal en la acción de las cámaras de gaseo durante la segunda guerra mundial, nos recuerda como el sistema puede enmascarar y difuminar la culpa de actos horrorosos. Es a través de esta perspectiva que saltan a nuestra atención como la existencia de un LOCO asesino se de por descontada con tanta ligereza, mientras que el BARQUERO, en su comportamiento 'business as usual', se libra de todas las miradas mientras se limita a hacer su trabajo. La negligencia estructurada resulta entonces cercana al genocidio y a la peor de las racionalidades económicas, en un mundo donde no sólo los AMANTEs-ESPOSAs-ESPOSOs no pueden arreglar sus problemas entre ellos, sino que cualquiera que no posea dinero suficiente es condenado a desaparecer dentro de la tiranía sutil de la institución BARQUERO-LOCO que inunda el transfondo del problema.

Espero, de alguna manera, haber dejado clara mi opinión.


Que la pasen bueno adorando sus dioses.

Desde el reflejo,

panÓptiko

viernes, diciembre 14, 2007

Cójale el paso al Bundolo

En aquellos agresivos años de colegio, cuando yo era un enano montador y la gente hacía salvajadas sin sentido por doquier, una de las atracciones principales del salón en los momentos de ocio era el concurso "Cójale el paso al Bundolo". En él, ese gran amigo se paraba en frente de todos y hacía alguna maniobra de acuerdo a los canones de la naciente escena house-dance-techno-trance... poperosa, en general. Acto seguido alguien más venía y, a veces de adrede a veces en serio, intentaba imitar el paso propuesto sin mayor éxito. Tal era el talento de Bundolo.

Creo que nunca lo intenté. Además de la pena natural, en esos días era yo un rebelde underground y sólo hasta que la escena electrónica se decanto, dejando de ser una moda para abrir paso a la tendencia bien elaborada que es ahora, me decidí a bailar en serio. Hoy, las pocas veces que lo hago, recuerdo aquellas tardes de concurso y se me hace que mi estilo está fuertemente influenciado por lo que allí se hizo, se contorsionó y se sudó. Mas todo esto es inenarrable, imposible explicar aquella complejidad de movimientos coordinados y sincopados. Eso tiene el baile de misterioso, tan arte como cualquier otro.

Quedando en el aire la pregunta de si el paso por el otro lado del mundo a afectado el perfil de Terpsicore - por uno quiza más aguerrido - dos videos para que se arriesguen a imaginar uno de infinitos puntos intermedios.

UNO


DOS


Paso a paso,

panÓptiko

sábado, diciembre 08, 2007

Extravaganza (2)

La vaina con esa maldita página de videos es que es adictiva....

El siguiente, el clip más visto del día en Japón.



Como se podrán dar cuenta, tengo problemas para avanzar con mi tesis estos días.

Me voy, antes de que me pase como a ella,

panÓptiko

miércoles, diciembre 05, 2007

Extravaganza

Poco he hablado de los extremos culturales que se ven a menudo en Japón, ya sean dentro de su modernidad o su tradicionalidad (si es que acaso esto es discernible), y que son lo primero que choca al visitante aunque, como es mi caso, pueda que nunca dejen de hacerlo. Es el delicioso postre de cada día.

Hoy, dos videos en furor en Youtube: el primero un par de empleados de una de las cadenas de comida rápida más famosa, Yoshinoya, ante la tendencia actual de ofrecer "MEGA" platos, recrean como sería un TERA tazón de arroz con carne de cerdo - mi favorito. Mi mamá diría que con la comida no se juega, yo la secundaría, y parece que los japoneses piensan igual, porque hoy salió en el periódico y ya encontraron a los responsables. (Curioso que haya un mensaje en español en el video...). Luego intentan otro TERA plato, y cierran burlandose de un formato del trabajo - creo.



El segundo es el comercial de un sitio de ventas por internet, y lo que cantan las voces es lo que aquellas personas quieren negociar. Se podria decir que estan haciendo planes.



No se hagan ideas equivocadas se trata de autos.

Bueno, vuelvo a mi estudio.

Este post definitivamente fue EXTRA vagancia,

panÓptiko

Actualización

Acá el reporte del noticiero. Aunque no capto la totalidad de lo que dicen, aprovechemos para aprender que quiere decir TERA, en comparación a GIGA,MEGA y KILO. Una muestra de como se da una noticia:



También se le puede encontrar con la música de Pulp Fictiony la de alguna película épica:



Y acá un reportaje completo, con música dramática y todo, en el que se consulta la reacción de la gente - en lineas generales, lo que dice mi mamá - se hace una comparación con las hamburguesas que generaron todo el suceso, y se adjunta el dictamen de un especialista que explica porque hacer un combo TERA podría ser perjudicial para la salud.



Además, alguien ya hizo una canción jpop del asunto, con vocecita ultra aguda y personajes anime.

domingo, diciembre 02, 2007

Un pequeño paso para el hombre


En lo que podría considerarse uno de los más grandes avances socio-tecnológicos jamás acaecido en Colombia, ahora las monitas que vienen con la chocolatina Jet son autoadhesivas.

Despúes de más de cuarenta años de existencia, finalmente Jet despega.

Seguro también pega,

panÓptiko

jueves, noviembre 29, 2007

Cuestión sin sentido


Epítome de una época

Dicen que en cada hemisferio de la tierra el agua del inodoro gira en sentidos contrarios. Creo que sólo una vez he estado al sur del paralelo central, pero fue un viaje complicado debido a la inexperiencia: olvidamos con un primo poner un sello en el lado ecuatoriano de Rumichaca, así que nos tocó ir y volver, para terminar llegando al derruido terminal de transportes de Quito a las 9 de la noche, cuando ya la ciudad estaba muerta, y descubrimos que la dolarización habia hecho de ese país un sitio imposible para el bolsillo de un estudiante. En fin, el caso es que no me fije, tal vez ni siquiera entré al baño.

Lo que quería decir era que anoche estuve pensando sobre la canción del video y caí en cuenta que la única forma de dedicarla efectivamente es bailarla con el amigo en cuestión. Me atormentó entonces una pregunta primordial ¿en qué sentido giraríamos?

Este detalle sería de vital importancia en el momento de concretar la transacción. Me inclino por pensar que con cada contendor debe ser distinto. Es una conclusión a la que llegue después de imaginar la situación con mis conocidos.

Busqué el video tras respuestas pero sólo trajo más interrogantes - y otras cosas. Al parecer se trataba de lesbianas.

En fin, no he dormido bien.

Como dice la canción, será mejor decirle a su madre.

panÓptiko

P.S.: Sí, con usted también lo imaginé

lunes, noviembre 19, 2007

Los afanes de siempre

Los japoneses sí saben que es una feliz navidad

Anoche cayó una cantidad enorme de nieve y, tras regresar de hacer trabajo de campo para la tesis que tengo que entregar en mes y medio, volví a dormir entre pelos.

Lo anterior es un resumen completísimo y suscinto de las causas de mi ausencia por estos lares: estudio, frío, viajes y pelos.

Sin embargo, haré lo posible por escribir más seguido. Además, como el caraelibro parece estar cubriendo una una de las funciones que cumplia este espacio, esperen cambios para el próximo año. Un adelanto: voy a olvidar que mi mamá lee este blog.

En el lab-erinto,

panÓptiko

miércoles, octubre 24, 2007

Maxims Wan

Imagen de Buda sentado con las piernas cruzadas en postura de avasallar a Mara, estilo burmés (hoy Myanmar) encontrado en Mandalay (eso queda por Kennedy, creo)


Muchos, yo incluido, sentimos gran admiración por aquellas píldoras de conocimiento concentrado en unas cuantas pocas palabras maravillosamente ordenadas, que logran no obstante su sencillez darnos lecciones enormes, conmovernos y hasta cambiar el rumbo de nuestras vidas.

No teniendo suficiente con la luz irradiada por las máximas, hay unas contadas ocasiones en las que, gracias a esa engorrosa e imperfecta labor que es la traducción y los muchos sentidos de las lenguas, no sólo nos llevamos una reflexión de vida, sino que también un grato momento de esparcimiento.

Para todos ustedes, dos de estas gemas:

"Lo que más necesitamos es una persona que nos obligue a hacer lo que sabemos" Ralph Waldo Emerson

"Bienestar es un estado donde una persona quiere llegar a hacerse"
Amartya Sen


Haciendo lo que sabemos,

panÓptiko en Bienestar


martes, octubre 23, 2007

Nostalgia Fraterna

Momentos después de un exceso de fraternidad
Sky Train, Bangkok

Hace ya unas semanas en el Japan Times apareció un articulo relativo al foco de aventuras extra-matrimoniales en el que se han convertido los gimnasios en este país. El fenómeno es especialmente marcado en las horas de la tarde, cuando las labores del hogar o académicas más apremiantes han sido evacuadas - mientras las laborales siguen su curso natural - y se dispone de un tiempo para un sano esparcimiento*. Sin entrar en demasiados detalles, mi intención esta vez es resaltar la explicación que un experto consultado por el periódico dio a la situación y las consecuencias para mi existencia:

"Cuando la gente suda junta, se genera un sentido de comunidad o fraternidad. Existe también un fuerte estímulo visual, pues la gente tiende a vestir prendas vistosas y sugestivas (showy) mientras hace ejercicio,"... "Cualquier cosa puede pasar en un lugar asi."

Vinieron entonces a mí los más dulces recuerdos de aquellos atestados buses a las seis de la tarde bajando por la calle veintiseis avenida el Dorado, repletos de secretarias del centro o del CAN, aferradas ellas y yo a una varilla y una ilusión. No nos faltaron sudores, pues incluso humores más íntimos acompañaron nuestros encuentros, y menos los estimulos visuales tan dados a nuestros géneros, al claroscuro capitalino y a las tendencias de la moda ejecutiva - tanto de la secretaria como del bus. Lugares y ocasiones estas donde todo pudo haber pasado pero, por algún miserable capricho del destino, no nos enteramos a tiempo.

Considerando hacer mis pases con los gimnasios,

panÓptiko

* Nota al pie: como me gusta eso del esparcimiento, es tan elocuente, tan gráfico... que rico.

sábado, octubre 20, 2007

Encuentros cercanos de no cualquier tipo

Creo que sé lo que se imaginan

Una tarde, por cuestiones de trabajo, salí a tomarme un café con una secretaria de la facultad. Me comentó que una amiga trabajaba en un lugar muy agradable en el cuál podríamos conversar a gusto. No se dijo más y llegamos al sitio en cuestión de minutos. El café resultó ser un espacioso salón completamente blanco, amoblado con sillas y mesas desiguales, todas con un aire vetusto. La parte posterior del local daba a la orilla del río Hirose y como estábamos en pleno verano también había una sección de parasoles, la cual no visitamos por temor a los mosquitos. Pese a la cercanía, el murmullo del río era totalmente cubierto por alguna pieza desconocida de música clásica. En suma, el ambiente impecable, de una rigidez occidental trastornada por el verde exuberante en el exterior visible y los pocos japoneses - más las que los, por supuesto - que aquí y allá comían y charlaban, me dio la impresión de estar tan forzado que enseguida quedé tensionado, incómodo. Hay que sumarle a esto que mi compañía no ayudaba mucho en esto - una mujer delgada y alta, tal vez entrando en sus cuarentas, que se encarga de los asuntos académicos y administrativos de mi programa - por obvias razones.

Nos sentamos en una mesa central y miramos la carta. No se si han tenido la experiencia de visitar un lugar similar al que les describo - que los hay varios en Bogotá, por lo menos - pero ese capricho postmoderno de las sillas dispares es tan enervante en el momento de acomodarse, pues nunca se logra quedar a la par ni de la mesa ni del acompañante, obligándolo a uno a revolverse constantemente en su puesto para poder hablar y mirar el menú hasta que, del cansancio, no queda otra que resignarse al mobiliario que le tocó en suerte y a charlar y a comer como si fuese uno Cuasimodo.

La secretaria fue entonces por agua, pues dijo que como era amiga también de los dueños a ella no la trataban con todo el protocolo japonés y le tocaba atenderse sola. No entendí muy bien la cosa pero aproveché para intentar una vez más acomodarme en mi sitio. Entonces volvió con los dos vasos más la compañía de una señora ya casi en sus cincuentas, supongo yo, con toda la lozanía que caracteriza a las niponas, y unos ojos cafés brillantísimos, artificialmente fulgurantes, como si estuviesen a punto de desbordar en lágrimas de miel. Este tipo de lentes de contacto son comunes en Japón y no me hubieran generado mayor impacto si la señora esta no se me hubiera quedado mirando fijamente, sin pestañear, mientras repetía una y otra vez: "Precioso, precioso, precioso..."

Estoy seguro que para ambas era notoria la manera en que temblaba y apretaba el menú sobre la mesa. La señora le preguntó entonces a la secretaria de donde me había sacado, que hacía tiempo no veía una cara tan hermosa. Luego atinó a preguntar si yo hablaba japonés, con lo que pensé iba a moderar sus comentarios pero, que va, siguió repitiendo halagos mientras se presentaba y preguntaba detalles sobre mi vida. Cuando al fin pareció satisfecha de verme - o disuadida por mis tartamudeos - me preguntó que qué quería, y yo sólo pude decir que lo que ella me recomendase, a lo que señaló algo en las páginas humedecidas entre mis manos y se dio media vuelta. La secretaria tuvo que detenerla porque no le había tomado la orden y, cuando le pidió algo, la señora dijo que eso no, y mientras se iba agregó que mejor ella le traía otra cosa. Comentó Yoko, mi acompañante, que su amiga, dueña de este y otro café en la ciudad, era muy graciosa, a lo que yo hubiera podido añadir otra docena de adjetivos si mi japonés fuese más fluido y el pánico no me limitara a los monosílabos.

Al instante volvió la patrona de los ojos fulgurantes, no con los cafés y las colaciones que esperaba, sino con un hombre alto, robusto, de su edad tal vez, a quien presentó como su esposo para en seguida mencionar que alguna vez había estado en Chile, con lo que este alzó la mano y me saludo con un sonido gutural grave que parecía ser italiano. Yo, en mi silla incómoda, amenazado por los ojos miel, la secretaria, el esposo amistoso, atrapado por el blanco prístino del cuarto y el chillido de violines y de conversaciones casuales aquí y allá ocultando un río torrentoso rodeado de verde y de mosquitos, hice un esfuerzo sobrehumano para levantar también mi mano y mascullar una replica fonéticamente idéntica al rugido con que se ponía a prueba la calidad de mi anfitrión.

No hubiera soportado un sobresalto más. Apreté las piernas par no orinarme. A mis interlocutores se unieron dos adolescentes, hijos de la pareja, pero ya el circuito de emergencia de mi japonés se había saltado y asentía con cara de enajenado en medio de un viaje astral, lejos lejos, escondido en ese útero ideal que sólo recuerda el inconsciente, del cual a veces quisiéramos no haber salido nunca. Al parecer mi semblante por fin le comunicó al corrillo mi estado nervioso, que se apuró a despedirse y a volver a sus lugares en el local. Vinieron las cafés y evacuamos la conversación sobre el trabajo rápidamente. La secretaria añadió que señoras como esa abundaban en Tokyo y que si algún día en el futuro me mudaba a esa ciudad seguramente se me acercarían por la calle a ofrecerme dinero por acompañarlas. Añadió luego, bajando la voz y acercándose sobre la mesa como para decir un secreto, que incluso ella, la dueña del restaurante, ya había tenido un affair de estos, pero el esposo se había dado cuenta y tuvo que dejar de verlo. La secretaria volvió a su puesto y remató su confidencia, como si no hubiese sido ya suficiente, con una pregunta indiscreta: ¿sería yo capaz de estar con una señora de esas? Escuché sus palabras sintiendo como se me iba aflojando todo. Contesté que no sabía, que quien sabe, y me paré al baño. Oriné sentado para mayor tranquilidad, con los codos sobre las rodillas y las manos apretando mi rostro tenso. Me reconforté en la oscuridad calida y húmeda de mis palmas hasta soltar un fuerte suspiro e intentar con ello detener el temblor nervioso que me recorría todo el cuerpo, pero cuando logré reunir fuerzas para volver a mi puesto e intentar escapar como fuese posible, volteé la mirada y me encontré con el accesorio de la fotografía.

Entendí entonces que estaba atrapado y que mejor sería no salir nunca de ese baño.

Comiendo colaciones,

panÓptiko

viernes, septiembre 28, 2007

Los Caminos y los Lugares


Detesto la dejadez en que tengo este espacio, más porque, como dice Juan Gabriel, está siempre en mi mente. Sin embargo, la conmoción de estos días promete no darme mayores oportunidades para contar a mis anchas todo lo que me ronda la mente, así que aquí dejo sueltas las ideas, para que no se me olviden - o, en su defecto, para que me pregunten:

+ Trabajé en los agasajos por los cien años de la universidad, escorté a unos profesores de Finlandia, viví los rigores de la cordialidad japonesa y estuve por primera vez en mi vida con un premio Nobel en el mismo recinto.

+ Paseé entre gaviotas y la impresión de acompañarlas me produjo nauseas. Pero ahí estuvo la mar para darme unas buenas imágenes.

+ ¡Vi la nueva película de Evangelion! ¡Y compré souvenires! Parece que no termino de superar mi adolescencia.

+ Vi Planet Terror y aún no se que pensar... pero siento que debería hacerlo.

+ Dos semanas en Vietnam... la gente, el caos, la fraternidad, la seguridad, la incertidumbre, las montañas, la guerra... Nos parecemos en tantas cosas y somos tan distintos...


Y fue precisamente allí, a tres horas de Ho Chi Minh City - antes Saigon - donde encontré de nuevo el panÓptiko, en un tricolor desconcertantemente conocido, y volví de nuevo al mismo sitio por caminos disímiles.

¿O fue llegar a otros lugares por los mismos caminos?

panÓptiko tricolor
Gracias a Cao Dai

P.D. El mártes que viene salgo a presentar un artículo en una conferencia en Tailandia, y cuando vuelva - una semana después - tengo que presentar los "avances" de mi tesis y una "propuesta" sobre el doctorado....

viernes, agosto 31, 2007

En la variedad está el placer

¿Cuál de estos dos apetitosos pasteles triángulo eligen: el de huevo o el de choco-banana?

Para todos los gustos,



P.D.: no puede faltar la sobremesa ideal.

miércoles, agosto 08, 2007

El verano que seremos

Mujeres antes del Neputa (eso creo)

En respuesta a los miles de correos que piden saber que he hecho en estos días, un breve resumen sin precedentes en este blog - es decir, un escrito convencional.

El profesor que me ha orientado durante la maestría se retira en marzo del año que entra, lo que significa grandes dilemas en mi vida: debo buscar de nuevo profesor-universidad y plantear mi proyecto de doctorado. En otras palabras, planear lo que será mi vida los siguientes 3 a 10 años (si contamos con que lo que elija será determinante para mi vida laboral).

Carroza de Neputa I

Entonces me fui a unas conferencias en Tokyo del 10 al 12 de julio, visité una universidad, sufrí desengaños. En eso, preparé dos abstracts para una conferencia en Tailandia, los cuales envié el día 16. También tenía una presentacion importante programada el 27 , que afortunadamente aplazaron al 3 de agosto porque un amigo querido vino desde Inglaterra los dias 27-28-29, por lo que dejé los libros a medio leer y volví a Tokyo de afanes. Ahí conocí las multitudes veraniegas tokiotas y a un par de bailarinas cyberpunk-exóticas, con lo cual mi corazón siguió dividido en cuanto a dejar o no mi tranquila Sendai.

Carroza de Neputa II

Terminé la exposición como pude, y así mismo terminé de leer las casi 1200 páginas de 2666 de Roberto Bolaño, algo que va trastornar treméndamente mi vida en cualquier momento. Salimos, pues, en manada el sábado a las 6 am a ver el festival de la norteña prefectura de Aomori, conocido como Nebuta, aunque algunos japoneses también le llaman "El festival de Neputa", nombre que todos preferimos. El ambiente parecía bastante típico - desfile y danza - hasta que el acto terminó y las bailarinas retiraron sus camisas para festejar el esfuerzo, mientras los muchachos se les unían, se emborrachaban y se agarraban a golpes en cualquier callejón, momento en el que un contingente de policías con cara de veteranos se les venía encima - a los muchachos, no pude ver si a las muchachas - armados con unos palos largos muy tradicionales, aunque poco comunes en estas tierras.

Gran competencia de carga linternas en el festival Kanto

Dormimos en un karaoke del que nos sacaron a las 5 de la mañana, y volvimos dando una vuelta por la vecina prefectura de Akita - de donde vienen los perros, pero NO se los comen, esos son los chow-chow en Corea - y vimos apartes del festival Kanto en el que hombres valerosos portan linternas que los hacen parecer hormigas, mientras hermosas mujeres golpean con brío terrible un tambor enorme, con lo que diluyen las fantasias a las que sus cortas yukatas - kimonos de verano - dan pie en primera instancia.

El perro de Akita

Tomamos un desvío en el tren de vuelta - fueron 8 horas de ida 13 de regreso - para bordear el mar de Japon y ver desde el vagón los bellos contrastes que ofrecen los pueblos de pescadores que cada año son tapados varios meses por la nieve - las casas tienen entrada por el segundo piso para estos casos - y que en un futuro no muy lejano desapareceran con alguna nevada, en medio de esta sociedad que envejece y se acostumbra a las comodidades.

Pueblos a la vera del tren y del mar

Medio pensativos, medio exhaustos, con el pasar de infinadad de estaciones y rostros que nos miraban con curiosidad, que nunca más volveremos ver, añoramos en silencio la salvajía del estilo Neputa, y entendimos que en este país no hay gato encerrado. Hay pescado.

Síntesis perfecta de "Aquí hay gato encerrado" y "Algo huele mal"

Cavilante,



P.S> El autor de este post durmió dos días recuperándose de los abusos. No ha decidido nada sobre su vida, y casi había logrado olvidar el asunto, hasta que se acordó.

P.S> Gracias a todos por sus comentarios, y de paso los invito al nuevo espacio que estamos escribiendo con otros entes dedicado en exclusiva a los estudios ambientales - ja, ja, como si los estudios ambientales pudieran ser exclusivos.

Las Otras Mitades

Felices fiestas patrias.

sábado, julio 21, 2007

Amigos Tecnosexuales

Estas son algunos amigos que se han sumado al movimiento tecnosexual underground:


enviado por aquel que firma Gaijinco


eniviado por un Anónimo

Como es una corriente underground, todos son bienvenidos, pero no se le ruega a nadie.

Ahí verán,

viernes, julio 06, 2007

Especiales pOp-Up: Tecno-sexual

Hace unos meses, en la página de El Tiempo, apareció un titular que anunciaba una novedosísima tendencia estética masculina, esa que da título a este especial. Al principio contemplé las letras incrédulo, no dando crédito de lo que veía. Pero ahí estaban esas once letras así dispuestas. No cabía de la dicha. Decidí entonces no leer el artículo, abstenerme de quedar atrapado en las definiciones nimias, en descripciones comerciales, y más bien dedicarme a elucubrar mi entrada majestuosa a ese movimiento tan prometedor, tan cercano a mí por ese bello nombre, sumergirme como de clavado en sus profundidades, de una al underground. Por fin la oportunidad que siempre estuvimos esperando tantos huérfanos del glamouroso y estrecho mundo de la hombría.

Sin más preámbulos, Tecno-sexual:


Familia



Sexo Seguro



Impresora



Yo-pod

Entiendo que este puede convertirse en todo un movimiento, así que quedan convocados todos a que suban sus propias creaciones y hagamos una gran cadena de amigos tecnosexuales underground.

Uf,


martes, julio 03, 2007

Ouroboros cotidianos

Este orinal del restaurante italiano en el que cenaba era idéntico al plato en el que me sirvieron.

¿Cuál habrá sido primero?

lunes, junio 18, 2007

Los caballeros las prefieren intuitivas



Debo confesar que hace unos meses, al tener la oportunidad de contemplar por un largo tiempo el devaneo de un par de lolitas góticas mientras esperaba que mi tren partiera, sentí la urgente necesidad de escribir un vallenato. Fui conciente de que ello significaba un grado peligroso de desequilibrio mental, pero ya no era yo dueño de mí mismo. Saqué mi PDA y escribí los pocos versos que, repetidos con pequeñas mal pronunciaciones tal como lo exigen los cánones de esas tonadas del norte del país, eran para mi la forma precisa para contener la placentera experiencia, y de paso imaginar un intento frustrado de coqueteo amoroso.

Llegué esa noche a compartir ese arranque de euforia con mi crítico literario de cabecera, y este me hizo prometer al cielo que aquel engendro no vería jamás la faz de la tierra. Lo miré con pesar, después de todo lo feliz que me había hecho, y lo tiré a la basura.

Entonces vi esta mañana el video de Shakira y recordé todo lo sucedido en aquella ocasión. Cada uno de los atuendos es fiel reflejo de lo que en la cotidianidad utilizan las pertenecientes a dicha tendencia. La actitud también es semejante, aunque la música si no corresponde. Por lo demás, este es un video de gran factura, donde todos los detalles están bien cuidados, las tensiones bien logradas. Se desprende a la cantante de sus patrones de elasticidad y vibración característicos, y se la ciñe a la estética que la propuesta visual requiere. En síntesis, un viaje onírico por los abismos de ese fantástico imaginario japonés sobre el lado oscuro de las colegialas. Ah, y otra pegajosa canción pop que todos terminaremos por aprenderenos.

Para cerrar, debo también confesar que al ver el video sentí otra urgente necesidad: la de compartirles con él una de las cosas que – guardadas las proporciones (las de la situación, no las de Shakira) – hacen de vivir en Japón una gran experiencia.

Satisfecho,



P.D. Dejo a cada quién que interprete el detalle del carro en el video.

viernes, junio 15, 2007


Tras un año y dos meses de intrincadas cavilaciones, de profunda inmersión cultural en búsqueda de mi identidad dentro de estas tierras salvajes, me he decidido.

El ideograma en cuestión, o kanji como se les conoce a los caracteres derivados del chino, no tiene una pronunciación propia; se usa para notar la repetición del kanji inmediatamente anterior como, por ejemplo en las siguientes palabras:

人人=人々=hitobito=persona-persona=gente
時時=時々=tokidoki=tiempo-tiempo=de vez en cuando

Las interpretaciones son diversas: soy impronunciable, dependo del contexto para ser entendido, pero aún así se escapa mi esencia. Algunos dicen que no tengo identidad, pero soy único, mis trazos están bien definidos y son ampliamente reconocidos. Un intento fútil por mezclarse en la sociedad, alguien que es cualquier otro con sólo ponerse a su lado, una solución práctica a los caprichos de la moda. Camaleón, vampiro, espejo dialéctico, prisma semántico, voy por ahí asolando las calles de este país lejano, en donde los pobres mortales que se cruzan por mi camino, aterrados, no saben que decir.

Los entiendo,

lunes, junio 11, 2007

Del salvaje espiritu cientifico, los intringulis epistemologicos, modernidad, preadolescencia y la incertidumbre del desarrollo

En la seccion editorial del Japan Times, el martes pasado aparecio un articulo sin precedentes en mi historia - es decir, algo que me dejo anonadado. Una jurisprudente japonesa, de la mas alta alcurnia - supongo yo por su titulo de l'Ecole des Hautes Etudes en Sciences Sociales, en Paris -, objeto comedidamente un caso perdido.

Resulta, pasa y acontece - alguien me puede explicar porque esta frase esta en mi subconsciente? - que la ultima instacia juridica desestimo las razones por las cuales una joven demandaba a su padre por haberle tocado repentinamente los senos por unos segundos para "medir su desarrollo sexual" cuando ella tenia 11 años. Valga la pena aclarar que el padre admite plenamente ser responsable de semejante acto.

Lamentablemente, el articulo es escaso en datos sobre el cuerpo del delito, y es mas una disgresion sobre artimañas juridicas. Segun la autora, un acto contra la dignidad de las personas y los derechos humanos. Para los jueces, en lenguaje vulgar, una joven perturbada que sin razon ve en su papa a un pervertido.

Triste, sin datos, en medio de estas tierras inhospitas, no puedo imaginar la incertidumbre que llevo a ese padre a cometer tal acto. O, tal vez, si puedo.

Caso perdido.

panÓptiko

Sin prejuicios

Queria compartirles estos dos videos que me han hecho reir montones, aclarando que no necesariamente reflejan las convicciones del editor.




jueves, mayo 31, 2007

frívOlo

Pues si.

Empecé en serio a escribir mi tesis y otras trabajitos paralelos que, al parecer, van a copar el tiempo que destinaba a mis recargados y enrevesados artículos. Así que, porque se que esta es la única prueba que tienen de que sigo vivo, me voy a permitir una temporada de pequeños escritos banales. Por favor, no me malentiendan ni se formen ideas erradas, lo hago por ustedes.

Sufrido,

panÓptiko

Prueba Fehaciente

Bueno, nos ganamos miss universo.

Para que luego digan que no tengo buena mano.

panÓptiko

P.D. Que divertida es la palabra "fehaciente". ¿No les parece?


REACCIONES *Actualización*

Les cuento que, por razones que ustedes entenderan, estoy preguntándole a cada japonés que puedo su opinión sobre este gran reconocimiento a la belleza nacional. Iré actualizando en la medida que pueda:

- 2 compañeros contestaron: Bien, pero no es mi tipo.
- 1 compañera: Bien, pero no soy yo.
- 1 amigo: Si, pero no parece japonesa.

domingo, mayo 13, 2007

Caos dorado

Foto sugestiva

Nikko, Japón

No me pregunten como me enteré, pero mis fuentes son confiables. Esta semana tuve oportunidad de revisar evidencia contundente que asegura una victoria a los miembros del género masculino en esa pugna por comprensión de nunca concluir: el reguero al orinar.

Seguro que, en más de una ocasión, habrán sufrido o dado esos discursos femeninos indignados, en los que aseguran que no les cabe en la cabeza que seamos incapaces de atinarle al nunca suficientemente amplio hueco del sanitario. Algunos callan, otros hacen falsas promesas, los más valientes intentan explicaciones físico-anatómicas, y los más listos salen con un buen chiste. Sin embargo, ninguno había salido bien librado.

Y es que, aunque todos los hombres comprendemos lo que sucede, como es de caprichosa la experiencia, que tan impredecible el fluir e irremediable su voluntad, la explicación escapa a lo que las palabras pueden expresar. De manera que todos los intentos han sido frustrados, el tiempo perdido. El asunto ha pasado a convertirse en emblema de las discusiones de género: prueba del trato desconsiderado, evidencia de un diseño defectuoso, argumento conclusivo para relegar al hombre a la postración. Pero quiero decirles, amigos y amigas, que hemos estado mirando en el lugar equivocado, lo que equivale a decir, con toda la ironía del caso, miando fuera del tiesto.

El sentimiento de culpa que llevamos ya interno por nuestras micciones desbordadas nos viene de cuna. Aunque el carácter incontenible del fenómeno evita que nos abstengamos de cometerlo, cada episodio se convierte en una fuente profunda de reflexión. ¿Cómo diablos fue a dar por allá? Nos obligamos entonces a una observación detallada, a una casuística de los regueros, que van desde el traicionero choque completamente elástico, hasta la teoría del caos, la cual alcanza sanitarios, pisos y, en el peor de los casos, la propia ropa. Todo este ensimismamiento, atado al sentimiento de culpa, es el que ha evitado que se cambie la perspectiva y echemos una mirada más allá: al alter-ego.

Es verídico. El hecho de que no sea evidente ningún reguero en el orinar de ellas, aunado al complejo arriba presentado, había mantenido el análisis lejos de las características propias de su excreción. La “invisibilidad” del acto hacía suponer que se trataba del directo fluir de una manguera. Nada más equivocado. La salida de la lluvia dorada femenina es tanto o más caótica que la masculina. Muchos más los tejidos que podrían desviarla, mucho más cercanas las vellosidades en capacidad de canalizarlo, más proclive la superficie a la acción incierta de la tensión superficial. En fin, la dispersión de los chorros es más escandalosa de la que se nos recrimina.

El argumento es irrebatible. Una vez ellas lo escuchen, derivaran entre la risa y el rubor: no es algo que hayan visto – por el obvio impedimento físico – pero sí sentido, aunque jamás verbalizado. Vendrá entonces el reconocimiento y con ello una fase más humanizada del conflicto. Porque la prueba no niega el reguero – ni la responsabilidad de cada quien con el propio – pero sí despeja los mitos de inverosimilitud, llevándose con ello los sentimientos vergonzosos, y acerca los cuerpos en esa deliciosa complejidad merecedora de la más paciente condescendencia.

Feliz día, mamáses.

panÓptiko
O.A.G.S.

martes, mayo 08, 2007

Mística Sendaireña

Restos de la bella vaca sacando la lengua que me acompañó por tantos años y que terminó por llevarse un tifón de mi puerta

Quizá el plato más representativo de la gastronomía de la prefectura de Miyagi sea el gyû tan, 牛タン, es decir, la lengua de vaca. Su preparación difiere bastante del tradicional “ensalsado” sabanero: se sirve asada, tres cuartos, en pequeñas rebanadas ajustadas al tamaño promedio de la boca y a las características del instrumento utilizado para llevar el trozo a ella, osease, los palitos. No obstante el aparente consenso en el tamaño del área transversal de la sección de lengua, sobre el grosor del mismo no existe acuerdo, recurso del que se han valido cada uno de los maestros preparadores para poner su toque personal y definir su público objetivo. Cualquier buen sendaireño, primero que todo, habrá intentado por lo menos una vez cada uno de los principales estilos de gyûtan – tres, para ser exactos, que, de una manera vulgarmente simplificada pero necesaria para que el lector entienda, llamaré gruesa, intermedia y delgada –, luego hablará con prestancia de las características de cada una de ellas y planteará sus pros y contras. Nótese que no tomará partido por ninguno de ellos, porque ¿quién es uno para calificar, tan siquiera comprender, el trabajo de aquellos que han entregado su vida a dominar el tan noble oficio de atajar con atino el delicado órgano, de manera que el corte, lejos de malograr su finura, triunfe en la pugna por llevar al comensal el trozo preciso? Este es un rasgo muy japonés, el de no tomar partido, que está presente en casi todas las esferas de su vida social. Sin embargo, esto no quiere decir que no tengan una opinión. ¡Claro que la tienen! Pero estas sólo podrán ser compartidas después de algunos tragos, ya sea que el alcohol sirva como pacto de confianza o como chivo expiatorio.

Se acompaña con arroz – naturalmente –, una ensalada verde clara – de lechuga y/o repollo en hojas, no tiras –, un embutido rosáceo de picado grueso, un encurtido picante y sopa de cola. El balance impecable logrado por esta disposición culinaria es epítome del papel trascendental de los alimentos dentro de la tradición del sol naciente. Su carácter místico cargado de un profundo significado, llamando siempre a la reflexión y el crecimiento personal, escapa generalmente a los neófitos y está fuera de lo comunicable por los anfitriones vergonzantes. Otra cara de la ya enunciada imparcialidad ante los estilos de preparaciones es el modelo educativo que subyace: aquel que desea aprender debe interpretar lo que el maestro a bien tenga comunicar, sea como sea que la lección sea proferida. Metafórico, críptico, inescrutable, o prístino, abierto y directo, el aprendiz debe descifrar lo que se le es dado y, en un constante ejercicio de meditación, abrigar en su corazón las enseñanzas para cuando sean necesarias. Inconcebible la menor pregunta, la más mínima pista.

Sin embargo, dada la distancia entre los dos pueblos que uno, lo lamentable que sería que se perdiera este conocimiento y el cariño que les tengo, me permito darles mi humilde interpretación.

El arroz blanco cumple diferentes roles dentro de la preparación. Es básico, fundamental. Símbolo del país, ciñe la experiencia al territorio. Blanco su sabor, despejará la boca de los sabores previos para magnificar las sensaciones. Blanco como papel donde se escribirá la lección, y por tanto blanco para distinguir los menores detalles de las preparaciones que se pasen por los paladares dispuestos.

Se empieza por un trozo de lengua, como el animal, y se sigue con la ensalada, lo que en vida le hubiese gustado a la lengua, repitiendo el paso para completar el homenaje al animal sacrificado para nuestro bien con una metáfora de su también natural regurgitar.

Luego viene el encurtido, que no es otra cosa que un vegetal sometido a cierta digestión, enlace entre el paso anteriormente realizado y el paso subsiguiente: el embutido. Este conjunto de amasijo uniforme y tripa es una interfase triple entre lo animal, lo humano y lo divino. Es síntesis de lo realizado pero requiere del mismo proceso de deglución, o sea que es a su vez comienzo, y en su caos indiferenciable pero no ausente de orden afluye el hálito divino de lo incierto. En otras palabras, es la distorsión de la bola de cristal, la tensión superficial de los residuos de chocolate, el azar de las cartas.

Para nadie debe ser ya un misterio el papel de la sopa de cola.

Después de venerar una vez el orden establecido, al comensal le queda combinar todos los ingredientes a su gusto para hacer su experiencia única. Este es el espacio donde cada quien confronta sus ansiedades consigo mismas, por lo cual es inenarrable. Sólo queda aclarar que se debe guardar para el final un trozo de lengua y un sorbo de sopa: principio y fin, sopa y principio, uroboros de la trascendencia, círculo de purificación, de descanso y partida, cierra con solemnidad esta oportunidad sublime en la que confluyeron todos los reinos de este mundo y los otros.

Una vez terminado, no olvide pagar la cuenta.

Lleno,

panÓptiko

martes, abril 24, 2007

300

En el año 2007, el ocaso de la segunda era de la tecnología, una pareja está a punto de vivir un drama del siglo pasado.

Ella una esposa frustrada. Él, un empleado por horas que sobrelleva las precariedades de la situación movido por sus anhelos de amar. Uno para el otro, lograran lo que parecía imposible: un divorcio, la esperanza de un futuro modesto pero feliz.

Nunca se imaginaron que el fruto de su pasión estuviese proscrito desde su concepción.

300

Algunos, en algún lado, hace 300 días

300


300 los días que deben pasar antes de que el hijo de una divorciada no se presuma vástago del ex marido y por tanto deba llevar su apellido (Código Civil, Artículo 772, 1898)

Él, soportándola con su brazo y mirándola mojar en lágrimas al bebé que ríe inocente: "¿Es esta la pena que debemos pagar?"

Helicópteros rodeando la Torre de Tokyo.

Un anciano arrugado, en perfecto traje, en medio de la imponente plenaria de la cámara: "Eso puede ser cierto, pero normalmente las cosas pasan en orden: usted se divorcia y luego concibe al hijo de su nuevo compañero."

Los tres subiendo presurosos las escaleras de la torre.

Un abogado joven, de pelo largo hasta la nuca y gafas sobrias, en medio de un juicio: "... pero los tiempos han cambiado, su señoría"

Helicópteros y escaleras.

Un periodista a la entrada de lo que tiene que ser un tribunal: "¿Qué piensa de su conducta?" La madre, golpeada pero digna, sin el bebé en sus brazos: "Se que lo que hice fue ilegal", relámpagos, obturadores, "pero el niño es inocente y no tiene porque sufrir".

Escaleras, helicópteros.

El viejo, iracundo: "Si aceptáramos la prueba de ADN estaríamos abriendo la puerta a que una mujer pueda quedar embarazada durante el proceso de divorcio."

El padre gritando: "¡Sólo queremos ser felices!"

El bebé parece resbalar en el mirador de la torre.

Helicópteros.

El padre grita al cielo: "Noooooooooo"

El anciano cierra los ojos.

El abogado baja la cabeza.

La madre se estira en el aire intentando alcanzar algo.

La pantalla oscurece y se escucha:

"Ellos quieren proteger la familia...
... eso es lo que queremos hacer nosotros"

300

Sólo acá,

panÓptiko

Basado en una historia real.

martes, abril 17, 2007

Un País Estrecho

Cerezo nocturno en el Parque de Occidente

Hace unos días viajaba con un amigo japones hacia su casa en el pueblito cercano de Iwanuma, cuando me notó distraido con el paisaje. Al contrario de lo que muchos piensan, no todo Japón es una masa urbana informe, y en el camino podían verse pequeñas casas en medio de medianos campos de cultivo, separadas unas de otras quizá trescientos metros. "Muy útil vivir en una de esas casas, se puede hacer ruido y no se molesta a los vecinos" comentó mi amigo, y mientras nos reímos alcance a pensar en que yo hubiera dicho lo mismo, en esas cosas que compartimos los citadinos a pesar de nuestro origen. "El problema es que la gente se muere y nadie se da cuenta".

Esto último también pasa en nuestras realidades pero de seguro con menos frecuencia que en estas tierras. Sin lugar a dudas el perfil demográfico influye fuertemente, aún también la prolijidad en el trato y el "respeto" a la individualidad tienen un papel dentro del fenómeno. El control sobre la manera en que los individuos se comportan dentro de la sociedad japonesa recae principalmente en el grupo al que pertenezcan, donde esa individualidad es casi inexistente, moldeada a conveniencia del grupo. Pero si el grupo en una evolución consecuente concluye que tener el pelo morado - por decir algo - no tiene ningún inconveniente, pues este se verá rondar por la calles sin el menor viso de vergüenza. Así que si uno decide desaparecer del mundo y no salir de la casa, o salir y no hablar con nadie, la gente al rededor supone que esos son los códigos del grupo en el que se desenvuelve, por lo cual no tiene sentido cuestionarlo.

Lo que no deja de sorprenderme - aunque no es que lo de arriba no me sorprenda, mas bien creo que ahora me maravilla - son las locuras que pueden estar asociadas al modelo. Hace unas semanas encontraron los cuerpos de cinco miembros de una familia en una casa en la prefectura de Fukuoka, Kyushu. Los exámenes de ADN fueron los que permitieron determinar el parentesco, ya que todo parece indicar que son mas de tres los anos que llevan descomponiéndose juntos, aunque no se sabe bien la fecha, el orden, ni las circunstancias. Los cadáaveres corresponden a los padres, nacidos en 1908 y 1915, y tres de sus hijos, nacidos en 1942, 1944 y 1951. Otros tres hijos de la pareja, encontrados durante la investigación, sugirieron a las autoridades que las cinco muertes fueron por causas naturales. Al preguntar porque los cuerpos no habían sido apropiadamente dispuestos, argumentaron creer que la gente resucita después de muerta.

Al pendiente de las "autoridades",

panÓptiko

miércoles, abril 04, 2007

Tomémonos otro tinto


Sólo para contarles que ya salió el nuevo café de temporada, llamado: “Colombia Jazmín” – está escrito al frente. Viene en una bonita lata verde decorada con guacamayas, orquídeas, granos de café, hojas de plátano, de palma y de otras – supongo de café, pero vaya uno a saber –, todo en un fondo de montaña y sol; disponible ya en todos los supermercados y tiendas del país. ¿Pero quién distribuye nuestro café de esta manera tan bella, dejando en el consumidor común una imagen tan distinta de la que circula generalmente en los medios sobre el país? Pues quién más, The Coca Cola Company.

Sírvame otro,

panÓptiko

P.D. Ya viene.

P.D.D. Feliz Aniversario.

jueves, marzo 29, 2007

Ariadna y Penélope y Yo

Cuando la multivalencia de la experiencia arrasa además con cualquier tenue orientación (‘Cualquier lugar es otro lugar’), el lector queda suspendido en un terreno fantástico donde la indeterminación consigue identificar un fragmento de espacio con el mundo de todos los mundos.
Fernando Zalamea Traba, sobre un fragmento de La Casa de Asterión de Borges

Foto con mis dos nenas

Esta es una historia que empieza casi por el final, conmigo parado en la puerta de mi cuarto – digo, casa –, cargado con mi morral, después de una semana larga en el norte de Japón. A pesar de llevar, para ese entonces, seis meses de habitar el país, aún me sentía un turista. ¿Volvía a casa? Saludé. No hubo respuesta. Miré con esperanzas mis trastos, mis libros, pero no encontré asidero. Me tendí a mirar el techo y no pude hacer mucho más hasta partir a China tres días después.

Ya en Beijing, tres semanas después, a pocos días de terminar la travesía, el recuerdo de lo que sentí en ese primer regreso me llenó de pánico. Como el viaje estuvo bastante intenso al comienzo, en la capital de la Republica Pop mis dos compañeros y yo decidimos bajar el ritmo y dejar algo de tiempo al ocio. Sin consuelo, me agarré a digerir las ultimas páginas del libro "Ariadna y Penélope: Redes y Mixturas en el Mundo Contemporáneo" del matemático y filósofo colombiano Fernando Zalamea Traba.

Este es un libro precioso que me acompaña, de una u otra manera, ya casi tres años. Explico. Me enteré de su existencia el 22 de Agosto de 2004, cuando el periódico de la Universidad Nacional publicó una reseña sobre el premio de Ensayos Jovelianos que obtuvo en España. El libro prometía luces sobre como abordar estudios que intenten abarcar la complejidad de nuestra realidad, cuan larga y ancha es, sin desfallecer ante la abundancia de información, ni la aparente inconexión reinante dentro del torrente. Al otro día salí a buscarlo.

Como era de esperarse, el libro no se encontraba en ninguna de las afamadas librerías de Bogotá y, aun más, en ellas no tenían conocimiento de su existencia, menos del honroso premio. Sin embargo, faltaba más, me prometieron que en un mes lo tendría en mis manos.

Pasaron varios sin esperanzas. Me tome el atrevimiento de buscar el correo del profesor y escribirle en noviembre del mismo año, para buscar pistas del preciado tomo. Muy amablemente reconoció que no había más opción que el Internet, no sin agregar el consolador “ya debería estar…” Llegó diciembre con su alegría, seguido del inicio del postgrado en la montaña que, a la par con mi trabajo en la SDS, se llevaron mi tiempo y embolataron mi búsqueda.

A pesar de todo, el recorte del periódico permaneció colgado en el tablero junto a mi cama, insinuante, coqueto, implorante. Luego, un sábado a mediados del 2005, después de una clase inspiradora de la especialización, se me ocurrió que sería una buena cosa conseguir el libro ese día. Como cuando uno sale prendido de un bar y la sigue en la casa. Y, bueno, ya se imaginarán, ahí estaba.

En el colectivo devoré la introducción y parte de la Desorientación, el primer capítulo, y ya no pude leer por un tiempo. La sensación podría asimilarse a hartarse con un suculento churrasco – entenderán que el símil está motivado porque ya va a ser un año que no veo uno de esos. Cada página es una experiencia deliciosa sobre el reto de encontrar un sentido a nuestro entorno, a atrapar lo múltiple en lo uno sin reducir, a vivir en lo polisémico sin desesperar, a recuperar el valor en lo que comprende sobre el valor de lo que brilla. Con tal fin, el autor se entrega a tejer a través de siete capítulos una red conceptual – llena de hechos – para permitirse ver a pesar del deslumbramiento, ser capaz de apagar esos hilos, devolverlos a su sitio y armonizar de nuevo las ideas y percepciones con las que vivimos. Es en ese sentido en el que el profesor Zalamea nos convoca a aceptar que los favores de Ariadna no son más suficientes para explorar el laberinto, y que es preciso echar mano del telar de la abnegada Penélope.

La digestión, como varios presumirán, toma tiempo. Aún hoy abro el libro y siento que nunca lo he leído, mas no encuentro en ello un reflejo de mi ignorancia sino un regalo soñado: qué más querría uno que un filete inagotable – lo siento, ha sido un largo año sin carne en abundancia. De ahí que aquel ejemplar me acompañase todo este tiempo, sin desfallecer ni afanar, hasta volver a la sala de un hostal a veinte minutos de la plaza Tiananmen en Beijing, donde el cansancio y una amenaza de tristeza me alentaban al goce de la lectura. Entonces, en el último momento, como si toda esta historia no pareciera ya de por sí irreal, un evento indescifrable terminó de revelar la naturaleza del vínculo que mi libro y yo tenemos: si, mío, porque ¿qué otra razón podría explicar que, a tres hojas del final, el libro dedicara un párrafo a comentar una de las caras de la tranquila Sendai a la que me compungía regresar?

Mediateca de Sendai, entre las ramas

Se trata de la Mediateca, un edificio ícono de la ciudad, construido por Toyo Ito, el cual, en palabras del profesor Zalamea, “… despliega toda la estructura interna del edifico hacia el exterior, intentando confundir borrosamente el ‘adentro’ y el ‘afuera’.” Para hacerlo envuelve con la armonía asimétrica de las redes que conforman la edificación, y difumina las fronteras con la transparencia. Síntesis del reto que enfrentamos cada día a nuestra manera. Un sitio por el que paso por lo menos una vez por semana y que jamás había visto en toda su magnitud, pero el cual me acompaña , de una u otra manera, ya casi tres años.

Hogar, dulce hogar,

panÓptiko

jueves, marzo 22, 2007

Bolis y Carámbanos

"Pero... ¿crees tú que para esa canción somos diferentes?"
Margarita, desde algún lado

sin título

Una melodía triste se dejó escuchar en un café cerca de la estación de
metro más oriental de una ciudad remota. Un par que se miraba, que
reía de alguna tontería, encontró en la risa algo grotesco,
insoportable. El hombre de la enorme máquina de capuchinos, veterano
ya en el arte de producir la cantidad de espuma exacta, seguro de su
actuar, dejó su pulgar resbalar un segundo bajo el vapor hirviente. Un
problema de física cuántica, un arreglo matricial que no cuadraba tras
horas de trabajo, un movimiento de dígitos, un mal cambio de signo
encontrado y una nueva página. El dinero en la caja que no cuadra. Una
suma y otra. Nada. El número en la calculadora contiene varios ceros.
Los botones del aparato soportan más presión de la que están diseñados
a resistir. Un mensaje lleno de trivialidades sobre una tarde de
helados y vitrinas empieza a ser des-escrito, letra a letra en un
celular. La masa lista, harina cubriendo el mesón para evitar que la
menor adherencia estropee la perfecta figura de las donas. De la
puerta del horno escapa un vaho demasiado caliente y en la bandeja
espera un solo anillo, de los tantos que cabrían.

¿Cómo medir la intensidad de la tristeza en una canción que sonó una
vez en un café cerca a la estación más oriental del metro de una
ciudad remota? Los vidrios permanecen transparentes y los dos no se
miran a los ojos. La taza de café no vuelve a llenarse con la mirada,
ni el mordisco en la dona de chocolate progresa más allá o más acá.
Los labios no se mueven, tampoco hay lágrimas. Ni la menor mueca de
dolor asoma y el gesto es solemne mientras la espuma crece. Más
números y formulas y ecuaciones llenan la página, hasta casi el final.
Entonces la pequeña esfera metálica vuelve a rodar por los lugares que
hace poco recorrió. Las formas dejan de distinguirse. La calculadora
muestra la misma cifra de varios ceros. Nada más. El mensaje sigue
desapareciendo. Leído en el orden en que se desvanece no revela nada
(¿A dónde irán los mensajes des-escritos?) La dona ya no está sola. Un
pedazo de masa se acomoda en su centro. Sin embargo, no encaja. La
integridad de su piel resulta rasguñada en varios lugares mientras en
otros, ciertamente menores pero significativos, el vacío sigue siendo el
mismo.

¿Cómo supo la sordera que la canción que sonó cerca de la estación de
metro más oriental en un café de una ciudad remota era triste? La
bolita se volvió a confundir con la masa, y en la dona remanecen las
cicatrices, a pesar de los cuidados. La pantalla del celular dejó de
brillar. La calculadora muestra un cero. Nada más. En el vaivén de la
esfera ya se vislumbran algunas figuras antropomórficas, aunque en
algunas partes el papel ha dado paso a la mesa. El dedo está rojo. La
espuma se derrama. El pocillo sigue vacío. El mordisco del mismo
tamaño. Pero los vidrios se empañan.

¿Y cómo supo entonces cuando una canción triste en la ciudad remota
donde la estación más oriental del metro tenía cerca un café en el que
ella sonaba dejó de sonar? No, no lo sabe.

OAGS

jueves, marzo 15, 2007

El OGIO (Paila, chino, no tengo)

"El 'no' no es contradicción, es complemento, generalización"
en alguna parte de la Filosofía del No (creo)
Gaston Bachelard

Para esa ocasión especial, nada mejor que un vaso de lavaza
en sus dos presentaciones: amarilla y negra


Llevaba casi tres semanas dedicado exclusivamente a escribir un ensayo sobre la epistemología de Gaston Bachelard, cuando llegó un correo electrónico fatídico: unas conferencias a las que había estado asistiendo el semestre que termina, resultaron requerir un reporte para obtener los créditos respectivos. Según decía el correo, era una cuestión voluntaria, pero como eran conferencias de mi área la "voluntariedad" estaba en entredicho.

Intenté argumentar que el lapso propuesto era muy corto para escribir algo, a ver si lograba esquivar el asunto y seguir en mi oficio, pero recibí como respuesta cinco días mas de plazo.

Resultado, llevo tres días en el limbo. Fue muy duro meterme en el viaje mental del viejo Bachelard para que me sacaran a las malas. Estaba lleno de cosas en si mismas, fenómenos, racionalismos experimentados, "no"s que no expresan contradicciones, dialectizaciones horizontales, verticales, patas arriba...

Entonces me siento a ver los artículos sobre los que debería trabajar y las letras resbalan por mi cerebro. Paso largas horas viéndolas, de todas maneras. Las letras también pueden ser imágenes, y uno puede encontrar figuras en su dispersión, como en las nubes. Fui a tomarme un café, comerme una dona y leer un rato, para que minutos mas tarde anunciaran que se habían acabado las donas y que tenían que cerrar. Camine de vuelta a casa y en el cruce del tren tuve que detenerme a que pasara. A lo lejos se veía venir, lento. Empezó a tardarse más de lo normal, lo que ya es en sí una eternidad. Note como iba reduciendo la velocidad a la que se acercaba, como si fuera adrede, hasta quedar detenido unos metros antes de donde yo esperaba. El conductor se bajó tranquilo con sus paquetes y se devolvió caminando por donde había venido. Me pareció que le quedó bien parqueado.

Al otro día tomé un bus a la universidad. Lo habitual. El conductor siguió todas las normas de etiqueta del conducir de ciudad intermedia: saludar a los otros conductores, hacer los anuncios de las paradas y pedir la vía amablemente. Pero un automóvil no vio este último y algo se transformó en el conductor: empezó a andar más rápido, por el carril que no le correspondía, pasó un semáforo en amarillo y cerró al carro en cuestión. Tal vez la gente no se percató del asunto – o tal vez si, ¿qué sabe uno que piensa la gente? – porque la cosa fue pasar de los 40 km/h a los vertiginosos 60, pero para alguien como yo, sensible a la semántica vial de nuestras calles y carreras (si, si, si, y diagonales, transversales, autopistas, etc.) fue todo un acontecimiento.

Esa noche, es decir anoche, tuve uno de los sueños más sorprendentes que haya tenido al sol de hoy: soñé que era el cambio y no la cosa en sí. ¿Cuál cosa? No lo se, pero había logrado dejar de serla para pasar a entender el movimiento, la dinámica. Indescriptible el sentimiento al levantarme.

Me senté de nuevo frente a mi trabajo y nada. Bloqueo total. Lo trágico es que el sentido de obligación no me permite hacer nada más. Ojo que hacer no se refiere a pensar. Los pensamientos se concentran es en lo que estoy dejando de hacer, eso que nos tortura más pérfidamente.

Me permití contestar un mail en el que me preguntaban por las cosas que se pueden hacer en Colombia y no en Japón. Me centré especialmente en los olores a excrementos de distintos animales que se pueden sentir por la calle. Hace ya varios meses me sorprendió el olor a heces de caballo en una avenida pero, aunque me tomé mi tiempo en inspeccionar el lugar, no habían tales. También vi mojones de perro una tarde en una calle, pero no me detuve a oler (tampoco estoy tan mal). Admito que los perros de una casa del vecindario donde vivo si huelen a orines, así como Tokyo al amanecer.

De nuevo me aburrí. Salí al cetro a almorzar y en el camino al restaurante un japonés horroroso - con esto me refiero en particular a su peluqueado estrambótico y sus cejas vulgarmente depiladas (si, no sobra el adjetivo, depiladas no es suficiente) - me detuvo, y empezó a decirme que venía de una feria en un parque cercano, me pasó un llavero, una carterita y un cd, diciendo que el llavero era fino, que tenia un precio en el mercado de 3500 yenes, pero que hoy estaba vendiendo todo en sólo 1500 yenes!!!!!!! (Todo en japonés, y en Japón, por si las dudas)

Mirando lo anterior con detenimiento, desde la perspectiva que me permite la memoria de todos esos momentos fugaces (¿será que hay alguno que no lo sea?), he llegado a la conclusión de que son suficientes para enloquecerse. Pero el hecho de no estarlo - ¿qué loco dice que lo está? - debía ser motivo suficiente de regocijo, para aprender a dar una pausa a las cosas cuando te oprimen sin sentido. Así que decidí dejarme escribirles lo sucedido, otra de las cosas que no pasaban desde que Bachelard entro a mi vida, hasta que llegaron seis ancianas en kimono al Starbucks de la puerta oriental de la estación y me sacaron de mi mesa para poder sentarse cómodamente.

Sigo sin idea de que decir sobre la situación de las comunidades receptoras de refugiados en el norte de Tanzania, el papel que desempeña el programa para el desarrollo de las naciones unidas en ello, y su relación con el concepto de la seguridad humana, pero me siento tranquilo mientras escribo, subo y contemplo este post.

No estando loco,

panÓptiko

sábado, febrero 24, 2007

Los Inquietos

¿Si la obligación de esconderlo no fuese sino otro aspecto del deber de confesarlo?
Michel Foucault,
La voluntad del saber, Historia de la Sexualidad

Especial de temporada,
zona caliente de Sendai

Este es un post complicado, de dos historias que van juntas en mí pero difieren en tiempo. Lo que llaman diacrónicas, en contraposición a sincrónicas. Un ejemplo: hace tiempo leí sobre un escritor que entrando a un país x, en inmigración le preguntaron “¿es usted polígamo?”, y el replicó “Perdón, ¿diacrónica o sincrónicamente?”. No quedó claro, ¿verdad? Bueno, el caso es que las dos ocasiones que les refiero a continuación, me han dado pie para deleitarme imaginando posibles frustraciones de auto complacencia, y como es una de las dos cosas que más me gusta hacer en la vida – imaginar, imaginar – aquí van.

Clase de lectura japonesa. Cecilia entra al salón y deja sus cosas en el asiento del lado. Ellas son un arrume de papeles y un video. Argentina, menuda, es profesora de español en la universidad - lo que explica porqué lleva estas cosas – y aprovecha su tiempo libre para aprender el idioma, como todos. Empieza la clase y, de repente, la japonesa cuarentona que tenemos enfrente se detiene al encontrarse el video junto a Cecilia. Entonces pregunta:
- ¿Ese video es suyo?
- De la biblioteca, para mi clase.
La japonesa intenta decir algo pero se atora, mira de nuevo el video, ojea la reseña, nos pone nerviosos, hasta que al fin suelta:
- Yo se que usted es una persona buena, que es para su clase, pero no debería andar por ahí con esas películas. A los niños no se les pueden mostrar esas cosas, y si alguien la ve por ahí cargándola van a pensar que le gustan esas cosas, usted sabe, las mujeres desnudas. La compañía que distribuye esta cinta es famosa por ese tipo de películas, así que cualquiera que la viera sospecharía de usted. Si fuera un hombre, digamos – un pequeño silencio y, en medio de la multitud, mi nombre – pues es normal que cargue este tipo de películas, las lleve solo para su cuarto y, bueno, que pase una noche divertida. Pero, Cecilia, no es recomendable que una profesora ande por la universidad cargando una de estas.

Todo el discurso fue acompañado por las risas de todos, incluso algunos pidieron permiso para ojear la cinta. Al terminar la clase, Cecilia me comentó de que se trataba el asunto: Como agua para chocolate.

La anécdota me dejó dos inquietudes. Resulta que coincidencialmente, meses atrás un amigos mexicano, en uno de esos característicos arranques de nacionalismo que les son propios, me regaló una copia de esa película, dejando en claro que era la que más le gustaba de las hechas en su tierra. De modo que el asunto de la distribuidora podría pasar a ser un asunto diplomático. Además, ¿Cuántas japonesas se privaran de ver esta maravillosa historia de amor, a ellas que tanto les gustan? ¿Y cuántos japoneses se verán conmovidos hasta las lágrimas en su tal vez frustrado tributo a Onán?

La otra historia es la de una tarde perdida, tal vez hace dos años, esperando bus en la décima con Jiménez, nudo pop de mi querida Bogotá. En el habitual estado de alerta que demanda la zona, me sentí atraído por una larga hilera color carne que me llamaba desde la vitrina de la Panamericana. No es que sea un color extraño a la actividad comercial de la vecindad, pero ese estilo Ámsterdam en tan reputado lugar ameritaba el riesgo de descuidarse. Al acercarme me encontré con todos los posibles kamasutras – el tántrico, el animado -, los conozca su pareja, los secretos de alcoba, diccionarios del uso y manuales técnico-eróticos que puedan existir. En las portadas predominaban esos desnudos casuales de parejas caucásicas, de peinados ochenteros y risas a medio camino entre la chirigota y la vergüenza, que falazmente procuran transmitir esa confianza en la desnudez y el éxito lúbrico buscado por el comprador, y que a más de uno lo obligará a ponerle un forro o a esconder el dichoso libro (no puedo dejar pasar la ocasión de recordar el único género que supera en hilaridad esta generación de portadas sexi-educativas: las escenas soft porno que ponen en los noticieros cuando pasan un noticia sobre setso) Mas, entre ellos, una aparición: pequeño, blanco con tres pares de labios multicolor en la portada, el primer tomo de la historia de la sexualidad de Michel Foucault.

(Michel Foucault es uno de los principales filósofos franceses del siglo xx, y la Historia de la Sexualidad su última gran empresa, truncada en el tercer tomo por su muerte a comienzos de los ochenta)

Aún paso tardes fantaseando con aquel que compre ese precioso ejemplar. ¿Acaso un pudoroso urgido que no se toma el tiempo de mirar lo que compra por el peso de los dedos imaginarios que lo señalan y lo hacen sentir pecaminoso? ¿o tal vez un intelectual de cafetín decidido a buscar en la historia alguna vieja táctica que le traiga nuevos éxitos? ¿Uno de esos que piensan que todo tiempo pasado fue mejor? ¿Un amante que quiere dar una indirecta? Las miles de posibilidades no pueden ser más deliciosas.

Lo más irónico es que quizá todas las respuestas buscadas por mis curiosos imaginarios están, de uno u otro modo, en ese tomo, que obviamente traje conmigo.


¿Pero por qué traje ese libro conmigo? Tal vez esta pregunta tenga la misma respuesta que la segunda inquietud que me dejó la primera historia – les advertí desde el principio que era una historia complicada –: ¿por qué diablos a la profesora de japonés le dio por ponerme de ejemplo?



Los caminos de la Voluptuosidad son inescrutables…


Inquieto,

panÓptiko